sábado, 5 de marzo de 2011

Amable Antonio Mejía




Irak e Irán

Rendirse. ¿Cuánto cuesta estar sentado? Rendirse conforme, parecido
a pedir permiso para pasar a un baño ajeno. Rendirse, sacándose los
dientes postizos, penando en la muerte ajena, extraña de un cuerpo
parecido al nuestro.



Ruleta rusa

No todo el mundo se ríe tanto de sí mismo como yo ni intenta ponerse
en ridículo a la menor ocasión. Me gusta jugar conmigo mismo a mostrar
interés, y no hay cosa que el otro intuya más rápido que no soy eso
que digo, que quiero demostrar, que intento convencer. Es mi eterno
malditismo, mi eterna querella en lo que respecta al amor.



Para que no piense

En el comienzo fui Yo. A mitad del camino, Yo. A cualquier hora del
día o la noche, Yo. De espaldas, Yo. Yo en el sí, en el no. Para encender
la luz o apagarla, Yo. Mire o no mire, Yo. Estate tranquilo. Muévete.
Despacio. Rápido. Con sed. Hazlo, Yo. Defeca. Orina. Abre la puerta.
Ciérrala. Contra el polvo. A favor del polvo. Con cuidado. Así no. Por
ahí no. Mira que te puedes caer. Te lo dije. No saltes. Hazlo ahora.
Bien. Será mejor que lo deje para mañana. Mañana no, Yo. Por favor.
¡Oh sí! Ahora mismo. Sí, por favor. Qué no. ¡Válgame Dios! Yo ¿Sabes lo
qué estás haciendo? Yo, huela o no huela. Toque o no toque. Ni que me
empujen. ¿Qué puedo hacer Yo?



Amable Antonio Mejía
Es poeta y narrador. Nació en Santo Domingo en 1959. Autor del libro de cuentos Entre familia, de los poemarios El amor y la baratija y Días de semana y de la novela corta Primavera sin premura.

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