martes, 24 de mayo de 2011

Leonor García Hernando




                            en la mesa familiar mi padre no tenía silla.
Él comía parado, erguido sobre el mármol como un monumento fúnebre;
pero su voz era alegre y ronca
y le gustaba relatar los condimentos usados al preparar el almuerzo
porque mi padre era quien cocinaba en casa

                            Tiempo atrás él degollaba gallinas en la pileta del lavadero
y tapaba los chillidos del animal con el ruido del agua
Con mi madre compartían ese espacio.
Allí donde mi madre golpeaba la ropa
él golpeaba la cabeza de un pájaro feo y sin otra gracia que su entrega a una muerte cruenta.

                            Supe entonces que si era fea compartiría la suerte de unas plumas sangrientas y así fue cierto
que mi garganta respira por el tajo.



* * *



                                   y ella dijo: __no te daré mi muerte
como no te daré el pañuelo que anuda pequeños objetos rotos.
                                   Seré otra historia de raras fauces un escalón de piedra alquitranada
pero no distraeré tu fastidiada mano con mi espalda,
ni me quitaré las medias para que conozcas el tamaño de mi pie.
                                   Seré imprevista aún en tu melancolía
cuando retires tus dedos de los guantes y un deseo de frío,
de algo lastimado que rozar, los agite.

                                         esta materia de la deformidad no quiere gestos

ligustro amargo para demorar mis sienes
y precarias tazas de arcilla donde beba mi alcohol blanco
y los días lluviosos de junio alzados en una terraza viva
pero no devuelvas mi cuerpo
envuelto por vendas que se deslizan como culebras pálidas
porque no te daré mi muerte
ni el pedido de agua de los lastimados
ni el estupor de los traicionados entre hierros curvos, en una estación de tren.

                                         Dame el brindis en esa copa de hierro que asegura tu boca dame el desvío de paredes en la celda.
Estoy atada al mástil del despecho en el pavimento ardido

                                         bandera negra en plaza de armas blancas.




Leonor García Hernando
De "El Cansancio de los Materiales"

Nació en Tucumán en 1955. Formó parte del taller literario "Mario Jorge de Lellis" y de la dirección de la revista Mascaró. Publicó Mudanzas (1974), Negras ropas de mujer (1987), La enagua cuelga de un clavo en la pared, y Tangos del asesinato (1999).
Su última lectura pública fue el 22 de marzo de 2001 en la Universidad de las Madres.
El viernes 30 de marzo de 2001 falleció en el Hospital Oncológico Marie Curie.

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Poesía del Mondongo

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