miércoles, 5 de septiembre de 2012

César Cantoni














El tiempo irreparable


Quién iba, entonces, a pensarlo.
 Lo cierto es que mi padre está muerto
 como si nunca hubiese estado vivo.
 Un día se le helaron las manos y los pies,
 y la casa se llenó de parientes,
 y mi madre lloró, de rodillas, junto al lecho.
 Todavía lo recuerdo.

Mi padre está muerto o ya no está,
 y no es suficiente ahora saber que fue feliz.
 En este callado amanecer de otoño,
 mientras el agua burbujea en la pava,
 y la radio reporta las últimas catástrofes,
 y yo cumplo con el rito habitual de afeitarme,
 sólo una cosa es real: su ausencia, que no cesa.

(De Continuidad de la noche, 1993)



Aquí no hay Dios


Aquí no hay dios, ni griego ni romano,
 que presida ninguna ceremonia.
 No hay oro ni laurel para los vencedores.

Aquí no hay más que un piquete de obreros,
 con martillos neumáticos, rompiendo la calzada,
 haciendo un pozo que no será nunca

el ombligo del mundo, la fuente de las revelaciones.
 Un pozo más hondo que el sentimiento de los dioses,
 más negro que el propio corazón humano.

(De Triunfo de lo real, 2001)



Album de familia


Murió mi padre, murieron mis abuelos,
 murieron mis tíos carnales y políticos.
 Una familia entera de herreros,
 ebanistas, curtidores, albañiles,
 yace ahora sin fuerzas bajo tierra.

Y yo, el más inútil de todos,
 el que no sabe hacer nada con las manos,
 he logrado sobrevivir impunemente
 para llorar delante de una foto
 lo mejor de mi sangre.

(De La salud de los condenados, 2004)




César Cantoni






(1951) Nació y reside en La Plata, Pcia. de Buenos Aires.

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Poesía del Mondongo

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