jueves, 29 de mayo de 2014

Konstantino Kavafis




Anciano
(1894)

En el interior de un ruidoso café
un anciano se apoya sobre un velador;
un periódico ante él, iluminado por la soledad.

Y en el desprecio de su miserable vejez
piensa qué poco gozó de los años
cuando tuvo vigor, y elocuencia, y belleza.

Ha envejecido tanto; lo siente, lo ve.
El tiempo de su juventud, como si hubiera sido ayer,
pasó. Qué velozmente, qué velozmente.

Medita en cómo ahora se ríe de él la Sabiduría;
y cómo fió siempre —¡qué locura!—
de esa embustera que le decía: Mañana.
Tienes mucho tiempo.

Recuerda impulsos que contuvo; y el sacrificio
de su felicidad. De su insensata prudencia
se burla hoy cada ocasión perdida.

Hasta que de tanto evocar el pasado
se adormece. Hundido
sobre el velador solitario.



Ventanas
(1897)

En esas habitaciones oscuras donde vivo
pesados días, con qué anhelo contemplo a veces
las ventanas. —Cuándo se abrirá
una de ellas y qué ha de traerme—.
Pero esa ventana no se encuentra, o yo no sé
hallarla. Y quizás mejor sea así.
Quizá esa luz fuese para mí otra tortura.
Quién sabe cuántas cosas nuevas mostraría.



Konstantino Kavafis 
(1863-1933) poeta griego
De "Poesías completas" - Hiperion 1981 - Traducción José María Alvarez

lunes, 26 de mayo de 2014

Nicolás Guillén



De que callada manera


De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo
como si fuera la primavera
yo muriendo
y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era risa siempre
nunca llanto?
Como si fuera la primavera
¡no soy tanto!
En cambio que espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal.
De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo
como si fuera la primavera
Yo muriendo.
Yo muriendo.




Nicolás Guillén
Cuba (1902 – 1989)

Intérprete: Lilia Vera y Pablo Milanés

jueves, 22 de mayo de 2014

María Dolores Lucero




"La sociedad del olvido y la ceguera
florece campos santos de miseria"



Ese hombre
bajo un árbol,
durmiendo su destino de abandono,
no está solo.
Los que juntan la basura
lo alimentan,
los que piden limosna
lo sostienen.
Las mujeres sin dientes
lo acarician,
los niños de la calle
lo entretienen.
Ese hombre
bajo un árbol,
durmiendo su destino de abandono
no está solo.
Está en serie.



Higiene


y miente
   miente
   miente
                 y se lava la boca

y engaña
   engaña
   engaña
                 y se lava la cara

y pisa
   pisa
   pisa
                 y se lava los pies
y mata
   mata
   mata
                 y se lava las manos.



María Dolores Lucero
De "La loca de la casa"  - Poemario (1999)


Nació en la ciudad de Bolívar, provincia de Buenos Aires. Es maestra rural y escritora, 

Publicó en 2005 Molino de Huecos y en 2007 Prosodia de lo Incierto.

Colaboró en los ciclos de poesía "Huasi" y "Luis Franco" (2001, 2002) y realizó el ciclo cultural "Café con... Letras" (2002).

Condujo la columna literaria del programa "Bureau de Arte" en Radio Splendid (2002 – 2004).


domingo, 18 de mayo de 2014

Elida Berelejis



a Joaquín 


amaneció
la casa fresca
gracias al viento sur
pleno enero
en buenos aires
nada tenía que cambiar
hoy
no había razón
sólo regar el patio
abrir ventanas
sacudir un poco el polvo
de los huesos
el sol dispuesto
a entrar
encontró puerta abierta
en tu boca
diente de leche
cuelga
de tu sonrisa
… siete años…
algo tenía que cambiar
hoy.




"escucha caracola del oído
 como gime la humedad”   
Gioconda Belli   


escucha caracola                                  
como gime
ausente  del tiempo
planeta detenido
en  exacto punto
donde se prolonga
el respiro
murmullo húmedo
caricia  concluye
en grito.



 “falta escribir mi mejor poema”
 Valeria  Assenza Parissi  


lo que a veces se  dice
sin palabras
el sonido de pasos en  silencio
la metáfora falta encontrar
de una sombra
lágrimas
aquella vez la lluvia
en invierno
cuando fue
como empujar un témpano
falta escribir un poema jazmín
puerto
decir el olor del viento
no quedar muda
cuando me desabroche
definitiva
cualquier día
de estos.




Elida Berelejis
Argentina - Reside en "El Pato"


( inéditos)


Pintura: Ventolera I - Galli Maria Cristina (Mar del Plata)




martes, 13 de mayo de 2014

Roberta Iannamico




El baldío

El baldío es abierto como un mar
lo cruzamos yo y mi amiga
el burro por delante
pinchan los yuyos en las patas sin medias.
En el verano venía el circo
no nos interesaban ni los elefantes ni los tigres
ya los conocíamos de las películas
pero sí un caballito enano
que tenía un ojo de cada color.
Sarco.
Un ojo azul y otro marrón se llama sarco.
Después vinieron los chistes
tiene un ojo marrón y otro a- zu- lado
pero era para disimular que al caballo lo queríamos para nosotras
nos habíamos enamorado de él
puede estar un día en cada patio
o en el baldío.
El sarco en el baldío.
Si se puede mirar descampado y saber si viene tormenta
yo voy a mirar los ojos de mi caballo
el azul si quiero ver el mar
el marrón si quiero ver la tierra.
Por la ventana que da afuera me dicen
sabías que pascual se fue al cielo
yo digo que sí pero es mentira
el caballo y el abuelo corren por el mar abierto
por el campito de la muerte baldía
se pinchan las patas.
Justo cuando estoy por la mitad
tengo que volver para tomar la leche
no sé qué hay en el fondo del baldío
nunca llegué hasta la tormenta.



Un amigo del tío


Un amigo del tío
Grandote
Tirado en la playa
Un perro lo despierta
Tirándose sobre su espalda
Me interesa sobre todo
La parte en que el chabón
Acaricia al perro
Sarnoso
Cubriéndose las manos
Con las mangas del pulóver.



Dije chau

Dije chau
Y me fui a vivir a las lechugas
Con esas sábanas
El camisón
No vale la pena
Suave
Rugosa
La lechuga
Tierna
fresca
es un hogar
ideal para el verano
verde claro
con transparencias
permite que pase
la luz del sol.



Roberta Iannamico
De "Tendal" - Ediciones Del Diego (2012). También publicado en formato Ebook



Poeta, pedagoga y música. Nació en la ciudad de Bahía Blanca en 1972. Vive en Villa Ventana, pcia. de Buenos Aires.

viernes, 9 de mayo de 2014

Marcelo Marcolin




El otro adiós


Fueron pocas las brisas
las que enseñaron el lado opuesto del amor
ella sentía la bruma el dolor
luego fueron los engaños
luego fue el otro significado de las palabras.
Pienso yo
nadie pudo rescatar la sed
nadie aquel día entre la noche
para eso trajeron los médicos
los uniformes y el invierno
para esa ceremonia estuvo el silencio, los astros
y el otro lado del carrusel.
Tarde, sólo se que fue tarde
y allá mas lejos que el infinito
fue su voz, sus latidos.
Ahora la ventisca arrastra su vestido rojo
y muy pronto
el rumor de otra guerra llevará sus huesos.
Yo la quise y de eso no me arrepiento
escribo frases, signos en el olvido
escribo huecos de amor
a sus días a su lluvia a sus palmares.
No encuentro otro rumbo mas que las palabras
y aquel lago de cielos alrededor de los augurios.
Muy pronto llegará la primavera
muy pronto el rumor los malvones y el silencio
tan cerca sus manos y sus besos
tan cerca que el mundo los incendia
y yo te sigo esperando
aquí
tan lejos
de toda despedida.



Marcelo Marcolin
De "Otros elefantes de regreso a la constelación de Orión" - Ed. El ojo de la ballena - 2009

(1957-2011) Poeta y editor. Miembro de la Generación Subterránea.
Nació en Buenos Aires.

Fotografía: Estación Quilmes - Casa de Arte "Doña Rosa" en Quilmes.
Presentación del libro "Otros elefantes de regreso a la constelación de Orión"

lunes, 5 de mayo de 2014

Antonio Gamoneda



Después de veinte años


Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.

Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.

A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme

Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.

Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.

Entraba en el trabajo.
La oficina
olía mal y daba pena.
Luego,
llegaban las mujeres.
Se ponían
a fregar en silencio.

Veinte años.
He sido
escarnecido y olvidado.
Ya no comprendo la noche
ni el canto de los muchachos sobre las praderas.
Y, sin embargo, sé
que algo más grande y más real que yo
hay en mí, va en mis huesos:

Tierra incansable,
firma
la paz que sabes.
Danos
nuestra existencia a
nosotros
mismos.




Amor


Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.




Antonio Gamoneda
De "Blues castellano" (1982)

Nació en Oviedo, España, en  1931.

fotografía: www.revistadartes.com

viernes, 2 de mayo de 2014

Gustavo Borga




Mi madre
no me bañaba nunca
sin embargo
yo tenía los ojos limpitos

Acostado en el suelo
miraba ángeles en el cielo.



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Desde la noche
que interrumpieron
su sueño
la niña
comenzó a tejer

Tejió
veinte años

Terminé
dijo un día
y arrojó la red

sobre sus padres.



Gustavo Borga 
Argentino – 1960



Nació y vive en Villa Nueva, pcia. de Córdoba. Tiene tres libros publicados: “patitos degollados” (2002); “hermoso niño rubio”(2006);  y “para vos NO”. En el 2003 ganó el premio provincial para autores inéditos Glauce Baldovín. Sus poemas fueron publicados en antologías y revistas literarias.
Publicó su Poesía reunida bajo el sello editorial llantodemundo


Obra: Frida - www.galeria.obviousmag.org

Poesía del Mondongo

A todos, gracias por compartir este espacio

Email: fernando1954@gmail.com