viernes, 27 de febrero de 2015

Carlos Patiño




Charla distendida con mi propia muerte


Yo sé que estás siguiendo mis pasos desde que nací
y que muchas veces me tiraste manotazos arteros-
Este mundo está lleno de vos
de tu blancura sórdida
y sólo me dejas
un angosto/largo pasillo
en donde tengo que hacer todas mis cosas
con vos encima
repartiendo flechazos.

Nunca sabré si me dejaste hacerlas
o si yo supe esquivarte durante largos años.
Tal vez no importe mucho tan mortal ejercicio
esta suerte dis-suerte que acompaña mi vida
porque me has hecho sufrir y hacer pedazos
llevándote en castigo los seres que quería
algo tal vez peor que calar tu mortaja.
Y sé que nunca me dejarás
que seguirás siendo mi más fiel amante
y que haga lo que haga
inexorablemente acabaré en tu lecho
cuando tu voluntad diga “hasta aquí”.

Me tiene sin cuidado tu andar de policía
y hasta es posible que sea yo
quien se arroje a tus brazos
cuando no encuentre un verso que pudiera enhebrar
cuando mi hermosa máquina de sangre huesos sueños
decida estallar en burbujas
y ni un bello atardecer acaricie mis ojos ni nada en este mundo
haga flamear mi risa.
Tuyo soy. Más que de nadie de quien haya sido.
No hay humano que escape
a tu abrazo final fronterizo y callado.

Sin embargo, tu triunfo es tu derrota.
Nada quedará de vos: ni un murmullo
ni una foto perdida en los cajones
ni un suspiro nostálgico. Nada.
Yo quedaré:
vos desaparecerás en tercera persona
como una anécdota,
como el humo del cigarrillo que te arrojo en la cara,
o una muela extraída,
la niebla matinal,
o una ola perezosa
que hace burbujas en la orilla
y otra ola la borra de inmediato.

Yo seguiré viviendo
en los recuerdos de quienes me aman
en mi sangre hecha  palabra
y tu abrazo final será
como un hueso mugriento robado por un perro
en cualquier basural.



Teoría sobre la ingenuidad


Esa sombra que pasa
no es la sombra que espero.
Mi sombra tiene cabellos largos
una silueta sinuosa
como camino de montaña
y una enorme sonrisa que ilumina el camino.
Pero aquí estoy
esperándola
con todas mis mañanas a cuestas
mis noches solitarias
con mis muertes fundidas en bloques de acero.
Y sé que no vendrá:
de mil sombras que pasen
ninguna será la de ella
porque ella
pertenece al pasado
y el pasado no vuelve
aunque hagamos conjuros formidables
sobre la flor más bella del jardín de adelante.




Carlos Patiño
De "Caderas, lejanías y diagonales" - El Monje Editor 2013


Argentino – 1934-2013. Miembro del Grupo Barrilete. En 1990 obtuvo el Premio Casa de las Américas de poesía, Cuba, con su obra "Esquinas silenciosas".

Poesía del Mondongo

A todos, gracias por compartir este espacio

Email: fernando1954@gmail.com