viernes, 26 de junio de 2015

Guillermo Ibáñez




Poema en la consumación


De una mujer traumada y un hombre traumado
no pueden nacer hijos.

De un hombre traumado y una mujer indecisa
sólo nacen hijos del pensamiento desequilibrado,
hijos ilusorios, hijos de dudas.

De una mujer traumada y un hombre impreciso
nacen hijos desconformes de su conformismo.

De un hombre transparente y una mujer opaca
nacen hijos que un día comprenderán la luz
y al otro día no intentarán descubrirla.

Entre un hombre encontrado a sí mismo
y una mujer en las mismas condiciones
nacen hijos que llegarán sin dolor a la perfección.



Hoy


El cielo se abrió a mis ojos
y nací a este momento,
el momento con fe de sangre
y he visto derramarme.

Desde la primera letra
en posición de punto
que se hace siglo,
del invento de alegrías,
de puentes hacia el llanto,
de transformación de esquemas,
siento el mismo cansancio
en mis pies viejos.

Del reflejo introvertido
de la perfecta rutina.

Del caos de la luz
y del invierno,
del silencio, la guerra y la arruga.

Nací mi muerte con la extrañeza
del tarado y tal como antes
me estoy llamando.

El cielo se cerró en mis párpados
y recién entonces, pensando
me sentí esperado.

Ya no había negación en el silencio
ni oscuridad en la luz del día.

Tanto tiempo transcurrí, soñaba.

Pesado minuto caído de la nada y
ya vuelto.

Ayer observé detenidamente
mi terraza en el espejo del agua
y la sabía con el deseo de ahogarse.

Ayer estuve recordando;
nadie tiene azotea,
sólo algo así como una sonrisa,
dientes de brillante, ojos de vidrio
y lengua de gigante.

Manos de nene, pies de tambor,
dedos de sentencia,

Hoy amanecí temblando:
el miedo era mi llanto.



Guillermo Ibáñez
De "Árbol de la memoria"  DÉDALUS - Colección de poesía - Nº 11 - Editorial Ciudad Gótica



Nació en Rosario en 1949. Argentina.

Obra: Nick Fedaeff - (Rusia)

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Poesía del Mondongo

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